Este pintor belga, nacido cerca de Amberes en 1957, es uno de los grandes pintores figurativos de finales del s xx y principios del xxi. ¿su truco? No creo que podamos hablar de truco de prestidigitación, sino más bien de un conocimiento exhaustivo de la pintura flamenca, tradición a la que se inscribe sin titubeos, y de la pintura en el arte europeo en general. Sus cuadros, de mediano formato en su mayoría, engañan a simple vista, pues puede considerarse un arte para iniciados. Complejos mecanismos de descosificación del lienzo, como crítica implícita a las tropelías y snobismos que sufre la pintura en estos tiempos convulsos.
Él opta por pintar, tras largas reflexiones, sobre temas de actualidad política y social, como son las injusticias cometidas en la liberación del Congo belga, la administración Bush o incluso la Shoah. Se trata para nosotros, españoles, de una pintura extraña y encriptada, acostumbrados como estamos a admitir el nacimiento de la tradición española casi casi con el Greco, Velázquez, Zurbarán y Goya como pilares, donde el realismo o un cierto expresionismo avant la letre han sido las señas de identidad y marcadores de calidad. El uso del color, abundante y la perfección técnica nos son indicativos de la calidad de la obra.
Sin embargo, esto no es común en toda Europa y basta decir que para Tuymans el pintor de referencia no es Velázquez, sino Jan van Eyck, casi dos siglos anterior a Velázquez, y cuya principal aportación fue su renuncia a la representación iconográfica de la iglesia y su apuesta en firme por el realismo (un realismo, repito, arcaico y extraño para nosotros al compararlo con los nuestros). Pero es en esa subversión delicada donde se mueve la obra de Luc Tuymans.
No hay en él rastro de un expresionismo brutal, renunciando a cualquier tipo de bodypaint o pintura performática salvaje, sino que lo suyo es un arte de bisturí y precisión. No lo parece, verdad? Pues así es. La pintura está aplicada sin el yugo de una técnica ancestral, sino que sus colores pálidos y “acuosos”, como diluyéndose en la historia, a pesar de las gruesas capas de pigmento, dan testimonio del momento tan aciago por el que pasa la pintura como también la falta de espectacularidad que el cuerpo humano interpreta en el arte actual, según esta visión historicista de su pintura.
Sus obras parecen estar mal pintadas, con falta de pericia técnica, pero una mirada atenta te persuade de que no es sólo lo que parece, sino que detrás de esta supuesta mala gana, se encuentra un trabajo teórico previo importante y una manufacturación cuidadosa y experta, que reverencia y critica el oficio de pintor a partes iguales. ¿Cómo habría reaccionado van Eyck si hubiera vivido en estos tiempo? Posiblemente habría hecho buenas migas con Luc Tuymans. Un grande.